Cuando un pseudo-atleta
se plantea participar en todas las carreras que humanamente es capaz, el término humanamente no solo es convencer a la
pareja humana del ambicioso (y un
punto descerebrado susodicho) que otro sábado o domingo, se pone las mallas
ajustadas y camisetas de llamativos colores para lanzarse a engullir kilómetros
como gominolas un colegial, también debe lidiar con imponderables como la meteorología,
los eventos socio-familiares y, lo más importante, la salud (otra razón, no menos importante, intrínsecamente
personal como la libertad de decisión, la trataremos en la Conferencia: “Hoy no me puedo levantar, va a correr su
ancestro casquivano1” que dará paso a la Charla-Coloquio: “Toda la noche sin dormir, bebiendo, fumando
y sin parar de tragar torreznos”)
- Hablando de salud y por 25
pts2 cada respuesta, díganme Vds. motivos de salud por los que no han ido a
alguna carrera ya inscritos, un, dos,
tres responda otra vez…
Imagínense
la retahíla de dolencias e inconvenientes que han hecho, a más de uno, desistir
de competir una carrera unos días antes e incluso el mismo día. Pues bien, quien
haya osado leer mi anterior Crónica
de Nerpio (tendrá que ducharse de nuevo por la polvisca levantada durante el
trayecto serrano por las pistas forestales que aún salen desde su pantalla)
entenderá lo que a continuación relato:
El viernes por la tarde,
me dispongo a limpiar a fondo el metálico guerrero en el Garaje (donde quedó
varado el héroe, sin duda, de la aventura nerpiana3, el insigne Audi)
con cubos de agua, jabón, limpiacristales y por dentro, con la aspiradora,
spray limpia vinilo/tapicería, ambientador de Pino, etc. Entre las capas de
sedimento de semejante manta de polvo aparecieron especies de animales, algunas
extintas, hasta conchas marinas de gasterópodos
y bivalvos. Llamé a un conocido
vivero de Albacete para que se llevasen 3 contenedores de tierra, barro y
restos orgánicos como abono para sus invernaderos ;) ;)
Con
semejante batalla de limpieza, tensionando y torsionando el cuerpo serrano (preparado para el pecado,
especialmente Gula4) intento alcanzar todos los recovecos del sufrido automóvil y esa
misma noche, la zona sacro-lumbar5 se tornó algo estridente,
punzante y quejicosa. Cayó un Paracetamol
con la cena del viernes, por no
tener a mano Ibuprofeno, quizás más indicado, ya que el “sana, sana culito de rana” o la tirita en el ombligo, solo sirven
para los dos primeros lustros de la vida del dolorido.
Aunque la noche pasó de
un tirón, nada más despertar (sobre las 8:00am) el girar y levantar
el cuerpo, sentado en la cama y poner los pies en el suelo, fueron de movimientos
similares al Robocop de Rodolfo Chikilicuatre en su apuesta
Eurovisiva “Baila el Chiki-Chiki”
pero añadiendo el emocionado sentir de una profunda Saeta, un conocido Palo Flamenco;
aunque, en realidad, era como si todos los Palos
flamencos me los estuvieran dando en
las costillas y en las lumbares.
Tras
ponerme los pantalones del chándal y los calcetines con igual fluidez y
destreza que una elefanta embarazada de 21 meses y medio, intento realizar los
quehaceres habituales caseros en los que noto esos “latigazos” al inclinar la espalda en posiciones concretas. Son más
de las 9:30am cuando decido ir a Urgencias
por si fuese una lesión algo más seria y necesitase algo más que un Ibuprofeno.
Ya en el Centro de
Salud, la amable y joven doctora que me atiende, realiza
una observación de la zona, presionando con los dedos y acotando la parte
dolorida, diagnosticando finalmente dolor
agudo en zona sacro-lumbar y me receta Enantyum,
un analgésico antinflamatorio e indica que no debo tomarlo con el estómago vacío,
puesto que es algo más agresivo con el aparato digestivo; en ese momento le
digo que voy derecho a la Churrería
porque no había desayunado aún y entre risas me dice que es lo mejor que puedo
hacer y también que me modere al hacer cualquier esfuerzo. Al comentarle que
soy corredor habitual (sin perfil atlético) y que en unas horas tenía intención
de ir a Liétor, la doctora no tenía
seguro si estaba de broma o era en serio. Tras una breve explicación de mi “bagaje deportivo de élite” y dándose
cuenta que, salvo que llevase la piernas encima del hombro, lo más probable era
que fuese a correr, me insistió que en cuanto notase molestias, fuese andando o
parase.
Con
estos mimbres
me planto en Liétor a
las 3:45pm con Dioni, Ramón Bello y Petrus de conductor. Por otro lado
vino el compañero Javi Cejas. Salvo al bajar del coche que, para la molestia
lumbar no es la mejor postura, el resto del tiempo estuve como siempre: cuerpo escombro, pero sin el añadido del
dolor lumbar.
Tuvimos una tarde ideal
en cuanto a condiciones meteorológicas. La asistencia de
participantes en Liétor fue relativamente numerosa teniendo en cuenta la media
de las carreras desde 2020 (salvo casos puntuales). El inicio de carrera marca
un poco de pendiente nada más girar hacia la izquierda y dirigirnos a la salida
del pueblo que, ya por camino, recorremos toda la vega del río Mundo. Esa bendita
bajada alucinante al río es criminal
si te abandonas a la caída libre sin frenos, y los que sobrepasamos ampliamente
los 80 kg, la tentación es tan grande como Gollum
con el anillo único de la celebérrima
obra de J.J. Tolkien, “Lord of the rings”…
Y pasa lo que tiene que
pasar, por muy acelerado que bajemos, toda esa energía se
pierde por la impresionante vereda junto al río, de suave humedad que acaricia
nuestros cabellos al viento, con delicados trinos y gorjeos de la avifauna
local, las ranas croando, el parpeo de los patos, el zumbido de las abejas, el
chirrido de los grillos, el ronroneo de los gatos, las truchas, la carpa y el
barbo haciendo burbujitas, el elefante barritando…
-
¡Alto…! ¡Basta…! ¿Pero qué elefante ni qué grillo…? ¡Que esto no es un
documental de National Geographic!
--
¡Vale, me he venido arriba!, me ha embargado la emoción por la naturaleza viva
y en este paraje de belleza incomparable…
-
¡Venga, al tema que tenemos que subir la cuesta aún!
--
¡Prosigo pues...!
Una vez cruzado el
puente con el pequeño salto de agua, con el
avituallamiento a continuación, tenemos unos repechos más o menos pronunciados
por la carretera, que nos vuelven a bajar al río cruzándolo por un pequeño
puente de madera con escalones; seguimos el contorno del monte por camino y
subimos un repecho otra vez a la carretera que nos lleva de nuevo al
avituallamiento y la pequeña represa, situándonos justo en el inicio de la cuesta de la calavera...
-
¿Y por qué se le llama cuesta de la
calavera?
--
Principalmente por la expresión de felicidad, esfínter apretado y emoción
contenida cuando después de caer a plomo por la bajada hacia el río y llevar 9
km encima de repechos, te encuentras con una cuestecilla a la que no se le ve final y notas cómo el Lado Oscuro de la Fuerza te tira
hacia el río para entablar una bonita amistad con los Barbos, las Truchas y las
Carpas haciendo burbujitas…
-
Ya me parecía que no iba a ser un romántico
motivo…
En la cuesta de la calavera es donde se constata
empíricamente quién ha entrenado, quién tiene fondo, quién se ha puesto morao de cocido y pringá al medio día, quién tiene vergüenza torera y quién
ha confundido el campeonato de petanca con una carrera popular. En las caras se
nos ven reflejadas claramente las condiciones psico-físicas de cada atleta.
Una vez llegados a la
parte alta del pueblo, tan sólo queda dejarse llevar por una
suave pendiente hacia la calle principal, no sin antes hacer un pequeño quiebro
por pintorescas calles serpenteantes que dan a la Plaza Mayor pasando por la preciosa
fuente del “El Pilar” y entrando a Meta con el orgullo del deber cumplido y
bien sudado.
Al
igual que la carrera de Nerpio, el crono realizado en esta carrera es lo de
menos. Lo más importante en esta carrera es disfrutar y terminar con una amplia
sonrisa de satisfacción.
La Organización y las
gentes del lugar, nos obsequiaron con un chocolate con
bizcocho que quitaba todas las penas que pudiéramos llevar encima. Siempre nos
ha encantado Liétor y el trazado de su carrera está entre los más bellos del
circuito de la diputación, por su entorno natural. Deliciosos los dulces
caseros de la Panadería de Álvaro y Marta. El bollo de mosto no llegó ni a
salir en la foto.
¡Gracias
a tod@s los Letuarios y Letuarias, prometemos volver y con más ganas!
SEBAS dosquince.
Los
milagros atléticos existen
MISCELÁNEA ACLARATORIA.
1 Ancestro casquivano. Digamos
que la expresión “su puta madre” aunque
potente, descriptiva y trasnochada, no deja de ser ciertamente soez prefiriendo
un eufemismo de equivalente contenido semántico.
2 Pts.
Los que tengan menos de 25 años les será difícil reconocer la moneda Peseta
que estuvo por los bolsillos españoles desde el 19 de octubre de 1868 hasta enero de 2002. Lo que realmente vengo a decir
por la alusión, es que ya peino canas.
3 Aventura nerpiana. No son las tribulaciones del habitante de un
remoto planeta pero podría ser parte de un guión de ciencia ficción por lo
inaudito del entorno y sus personajes, algo así como una spin off de Star Wars (Traduciendo el escueto spin off al manchego como “secuela aleatoria inventá, transversal al guión principal” que ya ha dado un porrón de cuartos y quieren exprimir aún
más para obtener mucha más pasta si cabe.)
4 Gula. Entendido como glotonería, el consumo excesivo de
comida y bebida.
5 Zona sacro-lumbar. En el límite “donde la espalda deja su honesto nombre” (Quevedo)