¿Quien no ha oído alguna vez lo del Pueblo de las Tres Mentiras? Pues no tiene más que pasar por este pintoresco rincón no demasiado conocido de nuestra provincia, para deshacer de un plumazo (referido a inmediato, no a Drag-Queen) el dicho popular.
Comencemos
el despiece semántico de Montealegre del
Castillo:
Verdad nº 1: Sí hay
monte, pero está escondido debajo de la subida rompe-ánimos,
donde a más de uno le ha hecho temblar los empastes y diversas prótesis. Luego
la bajada ha sido una bendición divina. Si por un lado hay que subir “una jartá” de desnivel y una vez en la
cima tiene una bajada no menos espectacular en distancia, es lo más parecido a
un monte que por definición podemos encontrar en cualquier diccionario enciclopédico.
Verdad nº 2: Sí hay
Castillo y árabe, edificado sobre un cerro cercano, ocupado
anteriormente por un poblado ibérico y reconstruido en tiempos de Alfonso X y Jaime I, figurando entre los territorios y castillos formantes del Marquesado de Villena. A finales del
siglo XIII fue destruido por Pedro I,
en su lucha contra su hermano Enrique de
Trastámara, incendiándolo y destruyéndolo. Absolutamente rotundo, allí
puesto está lo que queda.
Verdad nº 3: Sí son alegres
y hospitalarios los lugareños, animando
en todo momento a los atletas desplazados, en cualquier tramo del pueblo,
especialmente en los alrededores del ayuntamiento, junto a la Meta y en la
ascensión al hilarante repechito.
Por
tanto, el nombre del pueblo es de lo más acertado toponímicamente hablando,
valga la recongoncia, refunfuncia,
regurgitancia, bueno…, valga lo que sea.
Antes de salir hacia
Montealegre, para ser más aerodinámico y arañar unas milésimas de segundo al
cronómetro, decido rasurar mí aterciopelado cutis siguiendo los varoniles
retoques metrosexuales habituales:
1.-
Afeitado con cuchillo de monte Gillette-Arcos (modelo Rambo).
2.-
Ungido con colonia Macho-Man fragancia “Matogrosso”
anunciada por Chuck Norris en TV (en
garrafa de 5 litros) y
3.-
After Shave, sin anglicismos, Jabón de
Losa fabricado a partir de grasas sin filtrar de Chorizo de Orza y Sosa,
quedando una textura para hacer Peelings
que ríete tú del papel de Lija del nº 7.
Llegados al pueblo para
aparcar, nos percatamos de la realidad orográfica de la
primera parte del topónimo; hubo de poner la marcha atrás y el freno de mano en
esa calle para que el coche no se despeñase cuesta abajo. Ello nos produjo un
pequeño escalofrío al pensar que si al coche le costó subir, a nosotros nos iba
a suponer una sesión extra de culturismo, centrado en gemelos, cuádriceps,
soleos, isquiotibiales y vítores al ayuntamiento de Montealegre del Castillo
por ofrecernos ejercicios añadidos de musculación por el mismo precio de la
carrera.
Una vez embutidos (literalmente)
en el traje de luces dosquinceño, nos disponemos a
comenzar la faena en la Calle principal del pueblo junto a la Iglesia para que
nos ampare la Virgen de la Consolación.
Suena el disparo y el desparrame atlético se inicia, cargados de energía y
ansia viva de correr como búfalos desbocados por aquellos parajes.
Comencé junto
a Jesús
Reyes y Ángel Robles, éste se nos separa subiendo el cuestusco porque tiene mejor tracción y sigo
con Jesús hasta terminar la primera subida
del repecho dentro del pueblo,
momento en que le invito a dejar actuar la Ley
de la Gravedad cuesta abajo, porque ya grave es correr desplazando más de
80Kg a treintaytantos grados Celsius.
Aprovechando
la inercia de toda esa bajada llego a subir hasta volver a entrar en el pueblo,
momento que alcanzo a Ángela Argandoña del Donquijote
y Pablo
Alcaraz del Nessie, continuando con ellos por todo el trayecto del
pueblo, subida al repecho incluida y en la mitad del camino subiendo de nuevo
al pueblo en la segunda vuelta, alcanzamos al insigne Pepe Llorens del Antonio Amorós de Caudete, gran atleta a la par de
persona, con el que el trayecto se hizo más llevadero y entretenido, aprendiendo
siempre de su dilatada experiencia y buen humor.
Casi
llegando a la carretera se nos disparan Ángela y Pablo y alcanzamos de
nuevo a Ángel Robles, con el que finalmente tuvimos el privilegio de llegar
a Meta junto al inefable Atleta Pepe Llorens.
La disparidad
cronométrica entre los dosquinceños es directamente
proporcional al perímetro sus talles, quedando en orden creciente de aprecio
por la buena cocina: Alberto:
0:52:38, Blas: 0:58:08, Sebas: 1:02:32, Fuerzas: 1:11:28.
No estuvo mal el
recorrido, temperatura elevada aunque menos que el punto de
fusión del rodio por lo que los pendientes
y pearcings no se derretían; durilla subida en el pueblo para dar paso a la
larga bajada susceptible de poder despeinar el flequillo al viento incluso con
gomina, y luego el regreso hacia el pueblo con un repechillo cuya inclinación
pareció aumentar en la segunda vuelta, para dar paso ya en zona urbana, a una
bajada de más o menos un kilómetro hacia la Meta; un detalle que todos los
participantes agradecimos, ya que más de una carrera se acaba subiendo al
campanario como en Alcaraz, Chinchilla, …
Apreciamos y
agradecemos el trabajo que supone la organización
de una carrera de 450 atletas en un pequeño pueblo como Montealegre del Castillo, en su ya V edición, por eso un poco de
hielo y unos cubos o capazos para enfriar el Agua y los refrescos de Cola,
Naranja y Limón habría sido un término espectacular de la Carrera; menos mal
que la Cerveza sí que estaba a muy buena temperatura; los más necesitados de
ese fluido fermentado de cebada, dimos buena cuenta de ello.
En fin, estamos
encantados con la hospitalidad de los lugareños, Organización y por cierto, muy
ricos los libricos de miel y la fruta que sí estaba más fresca que los
refrescos. El año que viene nos tendrán otra vez pisoteando
sus calles cuando nos reimplanten el hígado que se nos volvió a caer en la
cuestecilla.
--SEBAS—
GastroTrainer
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