Día 22 sobre las 9:00 horas llego a Letur, mi pueblo, con la
intención de servir de guía a unos amigos de Madrigueras… No, no voy a correr
que estoy “malito” (Ese es el razonamiento que mi cabeza me recordaba, cada vez
que mi “otro yo”, el “vicioso atlético”
me decía…, vale, pero por si acaso echa las zapatillas y la camiseta del Club y
dependiendo de cómo te encuentres, así haces. ¡¡Como lo hagas vas a correr!! (Me dicen quienes me conocen). No
sé…ya veré… (Mentalmente deshojo la margarita) Si, no…si, no…pero…
Pensando en el sí o en el no,
recuerdo a los tres valientes dosquinceños que van a enfrentarse con la bonita,
pero “jodida” carrera socoveña.
Al mismo tiempo pensé… ¿Van a venir a Socovos y estando yo aquí, no se van a tomar unas “gordas” con este gordo? Pillo teléfono y llamada sin compromiso… pero amenazante…:
- Oye Sebas, que he pensado que aprovechando que el Segura no pasa por
Valladolid, sino cerca de aquí….sin compromiso…, podríais acercaros y…. pero
como no vengáis os vais a enterar… (Bueno ya me conocéis, que aunque parezco
bruto…soy delicado para convencer…)
¡¡La risa que le entró a mi
hermano y a nosotros!!; por el reflejo en nuestras mentes de las cuestas a
subir a las 19:30, con el calor reinante y con la panza llena, los efectos de los licores rebajados con café
y por el contagio de la risa e incredulidad de mi hermano.
Las 17:30. ¡¡Que nos pilla el toro sin salir a la plaza!!
Tras ordenar y adecentar la
cocina y fregar los platos, volvió a rondarme la pregunta… ¿Y si llevan razón los del reposo? ¡Venga, ya que estamos aquí…! pero….
¡¡joder que solo son tres dosquinceños…!!
¡¡A tomar por culo la margarita!! ¡¡Decidido, me visto y a Socovos a correr!! ya somos cuatro, tres mosqueteros y un D'Artagnan (del lugar) venido a menos.
Busco a Floro… - ¡Dame un dorsal y un chip, que no estoy inscrito!
Así… un servidor, José Manuel Ortuño,
casado, mayor de edad, hijo de Ángeles
y de Pepín, vecino de Letur con las fuerzas de que dispone… al igual que el año
pasado se dispuso a batallar por estos lares socovares.
Ya en carrera, Sebas y yo salimos de los últimos, pero
salimos, que no es poco, pues en un principio no sabíamos si quitarle la pistola
al alcalde y hacer nosotros el disparo, salir en el sentido de la carrera o
tras el disparo salir en contra y refugiarnos en una sombra de los grandes
árboles de la plaza, donde está la salida y
la meta… ¡¡Íbamos bien servidos!!
Pero a nuestro chano, chano, seguimos a “ritmo de risa” y preguntándonos todavía si seguíamos o nos dábamos la vuelta… pero encontramos una cuestecilla pabajo y nos dejamos llevar, por lo que seguimos juntos hasta el inicio del cuestarron.
“Hoy entras antes que yo” - me decía Sebas-… ¡Y una mierda;
es más… no me esperes “austealamierda”!
- le contesté sin acritud (ya me
conocéis). Es más, tengo la intención de coronarme entrando en este pueblo
amigo, el último (Pá chulo yo… soy
dosquinceño, ¡¡qué pasa!!).
Esas eran las intenciones y casi
se cumplen, en este caso no me lo impidió un
violento ataque de tos, noooo, aunque algo si tosí. No comprendo el motivo,
pero ni andando me cundía parriba ni pabajo, con lo bien hidratado y
alimentado que iba.
En fin, casi lo consigo, pero por una corredora que no controlé, no
llegué a coronarme (como en “Los Hombres
de Paco”) y entré penúltimo de la general, ¡¡Cachis, otra vez será!! pero sí cuarto del Club dosquinceño, esto
si lo conseguí.
Normalmente cuando son muchos los
corredores, en el mejor de los casos, suelo entrar entre los 200 últimos. Yo
muy listo, me dije… ¿Cómo mantener mi regularidad y hacer que haya casi 200 de
diferencia, cuando sólo hay 260…? sencillo; entrando de los últimos… ¿de los
últimos…? ¡¡El último, coño!! Pero no pudo ser, y como reza en la canción de Sabina y he dicho con anterioridad… ¡no me lo impidió un violento ataque de tos!
¿Os cercioráis del efecto de los licores?
Si prestigiosos y afamados somos los dosquinceños (que no por el rendimiento atlético) no os quiero decir, cómo se quedaron plasmadas en las retinas de los vecinos, los cuadrados arlequinados croatas, y cómo me esperaban los lugareños que me conocen.
- ¡¡Vamos letureño… que queda poco!!
Sofocado contesté - sí, ya lo sé… si puedo correr más deprisa…
pero ¿a ver pá qué…?
(Otra mentira piadosa y socorrida
expresión, que uso a menudo pero se la tragaron o no… pero…)
En fin, entre pinares, con sol
radiante, con cuestas parriba (una un
cuestarron) con cuestas pabajo, con
asfalto y buen camino, hicimos camino al andar e hice lo que acostumbro: llegar…
Y a sabiendas de que era objeto
de deseo o de preocupación porque me estaban esperando, entré en la meta como
acostumbro… como si naa… gustándome y bailando por soleares. Aplausos, saludos,
fotos y mención del speaker sustituto
de Villaescusa por mi nombre y
apelativo.
No hay mejor cosa que entrar sin agobios, por el speaker, por las fotos (todas pà ti) no hay duda de a quién aplauden etc. Tenéis que probar esa sensación.
Ya en serio, bromas aparte, decir
(como lo dije el año pasado) que es una prueba bonita, aunque dura… Para que lo
entendáis, es como para los bebedores cerveceros, -¿He elegido bien el ejemplo?- cuando te hablan de cerveza fuerte,
con cuerpo y fresquita, tipo Voll-Damm
o cualquier gama alta de cualquier marca, Guinness,
etc.
Es una prueba con trapío,
bien presentada, tiene de todo; el peso propio de una carrera de primera,
de montaña, la distancia justa, exigencia… la que quieras, hasta calor... pero
la fecha, va en su contra:
Primer día de verano, puente de San Juan en Albacete, la gente con el circuito
casi acabado y ansados. La playa, las parcelas, piscinas… la distancia… ¿Que es
distancia? Sí, si no se hace como han hecho Sebas, Fran y un servidor…
amortizarlo con una espléndida velada en Letur. Por lo que esta prueba ha
quedado para los gourmets del
atletismo, dicho en fino o para los locos, locos, locos, hablando con claridad.
Con todo, un sobresaliente
para el pueblo socovar por su
animación, un sobresaliente para el Alcalde y colaboradores, un sobresaliente
por el diseño de itinerario y, aunque la camiseta ha sido el único regalo,
decir que en ningún pueblo te dan el agua, cerveza, acuarios ni coca-colas tan
fresca (como se hacía antiguamente, en cubos con agua y mucho hielo) en tantos
avituallamientos, ni la sandía y la fruta, tan fresquita ni tan bien pelada.
Perdonad la extensión del relato, pero empezamos muy temprano en
Letur y terminamos tarde. No ha sido obligatorio tragarse esto, pero aunque le
encargué a Sebas la Crónica, dado
que ya la hice el año pasado, no he podido resistir la tentación de contar a mi
manera, lo bien, y lo agradecido de la vista de mis colegas dosquinceños, a mi
casa, a mi pueblo, a Letur. La carrera también… pero menos, ya la conté el año
anterior y además ni pensaba ir.
No obstante, la agradable velada
que junto a la familia de ambos camaradas disfruté en el día de ayer, no
hubiera ocurrido, por lo que este es, otro de los motivos por los que merece la
pena correr, ¡¡Gracias colegas!!
No iba a correr y corrí, no esperaba estar ese día en Letur y estuve… no esperaba esta grata visita y la disfruté... no esperaba que se me quitara el dolor de espalda y de momento… ¡¡YA NO ME DUELE…!! ¿A ver si va a ser el licor café de mi madre…?
Lo cierto es, que lo pasamos bien, lo único importante.
Hasta el año que viene si nada lo remedia.
Saludos cordiales.
José Manuel “El Fuerzas”
¡¡ Te vamos a echar de menos, guapetón !!
Que grande el Fuerzas👏👏👏
ResponderEliminar